LO QUE DICEN LOS MAPAS

El significado de  la geografía es que enseña la tierra como lugar duradero de las ocupaciones del hombre.

John Dewey

Tom Sawyer y Huckleberry Finn mirando el mundo desde un globo aerostático, discuten de mapas. Huck cree que todas las cosas en el mundo tienen que ver con el color: da por supuesto que Illinois es verde, mientras que Indiana es rosa porque así lo vió en el mapa. Tom es escéptico y se burla de él, le grita: “Huck Finn, ¿de verdad crees que los estados en la realidad son del mismo color que tienen en el mapa?”. Sin embargo tanto Tom como Huck están seguros, como sólo los niños pueden estarlo, que los mapas presentan la realidad y que no pueden mentir. Desde Mark Twain a nuestros días – pero en realidad desde siempre – las representaciones geográficas del mundo han sugerido constantemente la misma pregunta: puesto que dicen la verdad, ¿Qué es lo que dicen los mapas?

Por lo que se refiere a la geografía ( cualquiera que sea su forma), los seres humanos buscan indicaciones, a veces destinos.  Una prueba de ello es que el concepto de “mapa del tesoro” ha crecido con prosperidad en la imaginación de cada uno y en el lenguaje de cada día.

 

Las obras de Julie Polidoro sugieren de nuevo la misma pregunta. ¿Qué nos dicen estos lienzos geográficos en los que todo tiene que ver con el color? ¿Qué nos dicen estos lienzos sin marco colgados en el vacío, con sus colores que cambian de matiz con el paso y el aliento de las personas que hacen que ondulen y se ensombrezcan? Y qué pasa con los dados-mundo, que también pueden ser lanzados y sobre los que la gravedad actuará al igual que en cualquier otra figura geométrica?  Bueno, nos dicen – y no mienten – que la geografía se puede dibujar de nuevo, porque como dice el título de esta exposición personal que Dappertutto succede qualcosa, En cualquier sitio ocurre algo.

 

Hay artistas que alteran su cuerpo (con inserciones), o el mundo que los rodea (con instalaciones). Otros artistas – entre ellos Julie Polidoro – trabajan en las alteraciones de las representaciones del mundo.  Los Mapas son la materia prima de Polidoro: los mapas como los conocemos, como los hemos estudiado, donde creciendo, en las páginas de los mapamundi  nos han enseñado el mundo desde nuestro punto de vista- nuestro propio hemisferio-, nuestro continente europeo que ha dibujado,  y medido el resto del mundo. Julie Polidoro descuartiza, dobla, entrelaza, corta y da la vuelta: hace de la geografía ordinaria el escenario de un theatrum mundi.  Todos nosotros habitamos este concurrido escenario del mundo: espectadores y actores, trabajadores y productores, divas y extras. Los que observan estos cuadros (hechos con técnicas mixtas, pero con una sola intención) experimentan no solo el mundo desde un punto de vista teatral, sino para ser preciso, las muchas maneras en las  que el mundo coincide con las representaciones que se dan una y otra vez.

Tendríamos que haberlo hecho. Al contrario, hemos elegido marcar fronteras que no corresponden a montañas o ríos, y en nuestros imperios coloniales hemos unido con  fuerza  personas y tierras, a las que el agua había separado. Con la arrogancia de los bolílgrafos y las guerras hemos decidido marcar  formas de estados que no existen y el futuro de las personas que vendrían (algunas de ellas nunca llegaron). Hemos cambiado muchos  nombres y hemos borrado muchos de ellos. Hemos marcado un pasaje a noroeste sin tener en cuenta el hielo. Durante siglos hemos  teñido de rojo la nieve. Todas las cosas en el mundo tienen que ver con el color. Nuestras representaciones geográficas del mundo han sido totalmente irresponsables.

 

Las obras de Julie Polidoro reemplazan un complemento  donde el Siglo XIX  había dejado una conjunción: no hablan del mundo como voluntad y  representación, sino más bien del mundo como voluntad de representación  — y por lo tanto, como  representación de voluntad. Con este cambio aparentemente pequeño (no pintar el  mundo, sino las representaciones del mismo), Polidoro corrige nuestra falta de responsabilidad, de fantasía de alteridad. Todos los países pueden ser igualmente grandes y todos los mapas pueden ser descosidos para que así una frontera parezca un corte (y así a través del corte puedan pasar el aire, el agua, y las personas). Después de todo, la historia es para los que se quedan quietos y la geografía es para los nómadas. De hecho los nómadas no tienen más que la geografía, sobre todo ahora que los viajes, como los de nuestros antepasados, tienden a ser de solo ida, y los emigrantes a menudo son privados de toda esperanza de volver. La geografía es la clave de nuestros tiempos nómades.

Nuestras representaciones de los mundos terrestre, acuático y celeste son tan viejas que casi pueden considerarse experiencias:  han nacido con nosotros y con nosotros comparten la naturaleza. Esto es lo que las obras de Julie Polidoro parecen decirnos. Como nuestra naturaleza es metamórfica, así también lo es la de los mapas. Si miramos atentamente estas pinturas  (y los  collages, en los que los continentes  proyectados por Marcatore parecen bailarines sumergidos en un torbellino musical) salta a la vista que no son variaciones, sino metamorfosis: transformaciones. Son transformaciones del espacio y en el espacio, que interpretan la naturaleza convencional y parcial (sino la injusticia) de nuestros mapas, así como la oportunidad de ser geográfos valientes, correctos e imaginativos.

 

En el 23 A.C. Strabo publicó su Geographica, la obra en la que describe el mundo como se conocía en la era de Augusto. El atlas de Strabo (si se puede llamarlo así) es el único atlas que tenemos de esa época. De hecho, no conocemos el mundo de la época de Augusto, sino las fronteras que Strabo pensaba que existían esa época — incluso puede que haya inventado algunas. Strabo inventó las fronteras del mundo en el que todo tiene que ver con el color. 2018 años después de Cristo, podemos decidir de añadir la visión de  Julie Polidoro a nuestro conocimiento geográfico del mundo actual, un conocimiento estandarizado, digital, hiperrealistico, poco preciso, más exacto de las posibilidades de exactitud de nuestros órganos. La geografía de Polidoro, con sus fronteras en movimiento y desgarradas, resuenan la compasión que necesitamos para recomponer, acoger y juntar el mundo. Por eso (gracias a eso), ‘algo pasa en todas partes’— y lo más importante, alguien es.

Traducción de Mireia Miracle